5o ENCUENTRO: UDENA: Quien es nuestro enemigo principal?

La descomposición social generada por el modelo neoliberal ha implicado el crecimiento del narco y la violencia

Este tema es fundamental para comprender y entender las políticas implementadas por el Imperio, vía el Estado mexicano, que ha llevado la nación mexicana a la situación actual en que se encuentra.

La guerra contra el narcotráfico es clave para entender la penetración y apropiación de parte de las empresas trasnacionales de las riquezas naturales de nuestro país; la apropiación de mercado, el control sobre la población y de la nación.

En el mundo de las mercancías el objeto esencial del capital es la obtención de ganancia, jamás resolver los problemas de la humanidad y para lograr su propósito recurre a todos los medios, habidos y por haber. Pero lo que más lo atrae actualmente es la ganancia fácil  e inmediata; cuando existe saturación de capitales en una rama económica, invierte en otra, cuando la tasa de ganancia desciende en las diferentes ramas económicas, se retrae hasta que existan condiciones favorables para continuar con su cometido: valorizarse. Para crecer se diversifica, está en constante movimiento en la búsqueda de mercados, de territorios, de nuevos espacios de valorización. Uno de ellos es, y ha sido, la inversión en la producción, distribución y consumo de drogas debido a su alta rentabilidad.

Al imperio no le bastó con  la imposición de las políticas de choque impuestas a nuestra Nación desde diciembre de 1982, no le ha bastado con la asimilación de nuestra economía a su esfera de influencia con la adhesión de México al GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), con  la aprobación y aplicación del TLCAN, no le ha bastado la imposición de su modelo económico neoliberal en nuestro país; sabía y sabe que hay riquezas inconmensurables en nuestro territorio y, en colusión con la oligarquía mexicana, la alta clase política nacional y los gobiernos priístas, panistas y de otros colores, ha desarrollado e implementado una política global e integral para apropiarse de lo que queda en nuestro país para beneficio de sus empresas trasnacionales. Hoy el Imperio viene por la apropiación de la Nación mexicana. Un mecanismo para lograrlo, es la guerra contra las drogas.

Los capitales trasnacionales para asegurar la explotación de tan preciados recursos, mediante los gobiernos norteamericano y con la venia y complacencia del mexicano y la oligarquía nacional, han implementado e impuesto  a la nación mexicana mediante las Cartas de Intención,  el TLC, el Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida denominado Plan Mesoamérica (hoy en su versión más reciente), el ASPAM (Acuerdo de Seguridad para América del Norte), el Acuerdo de Asociación  Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés): para lograr el saqueo, el robo y el ultraje de nuestra nación.

Hoy como una extensión de su lógica imperialista nos han impuesto una guerra: La guerra contra el narcotráfico para su provecho y beneficio.

“Es importante examinar como la creciente ´Guerra contra las drogas´ se conecta con la expansión de empresas trasnacionales que toman control de mercados, obreros y recursos naturales”.[1]

Mediante esta guerra el gobierno mexicano ha asegurando que la policía, el ejército, y el sistema jurídico funcione de acuerdo a los intereses de las trasnacionales, los ha ido homologando; de ahí las reformas estructurales: la reforma laboral (para desvalorizar aún más la fuerza de trabajo de los mexicanos, transformándola en casi fuerza de trabajo semiesclava),  la reforma educativa (para tener gente obediente y acrítica), la reforma hacendaria (para que todos paguen, menos los grandes capitalistas como el sector bancario, los oligopolios, las casas de bolsa, el capital financiero), la reforma energética, para privatizar la renta petrolera en beneficio de los grandes capitales y en claro detrimento de la sociedad mexicana.

“En México con la orientación de Estados Unidos, Canadá, Israel y Colombia, la policía y el ejército han sido transformados”.[2]

Han venido implementando una serie de medidas para ajustar el escenario socio-institucional y jurídico para lograr la explotación de estos recursos; el mecanismo empleado han sido las mal llamadas reformas estructurales y las reformas a diversas leyes en el espacio jurídico-institucional que dan la cobertura legal a las empresas trasnacionales para su libre desenvolvimiento en nuestro país.

La guerra contra el narcotráfico tiene como propósito abrir los espacios de la economía mexicana y los territorios que no estaban completamente abiertos  o no eran susceptibles de aceptar inversión extranjera, como lo es el caso de PEMEX y la CFE; controlar y someter a la población mediante el miedo y el terror; generar condiciones de una posible intervención militar, de parte del Imperio, ante tanto desasosiego, inestabilidad económica, política y social en nuestro país debido a la poca eficacia del Estado mexicano para controlarlos; y así asegurar energía, materias primas fuerza de trabajo barata y mercados para su sostenimiento como potencia económica mundial.

El Imperio ha implementado y desarrollado una política global e integral para alcanzar sus propósitos. Una de esas vertientes de su estrategia: es la guerra contra el narcotráfico impuesta a nuestra Nación.

Hoy por hoy, las drogas  son el sector más dinámico de la economía del país  y los recursos financieros que maneja, según los especialistas, ascienden a más de 40 mil millones de dólares en 2010, otras fuentes como la ONG de Estados Unidos No Money  Laundering en 2013, habla de 59 mil millones de dólares de ganancias del narcotráfico mexicano, otros organismos internacionales especializados sobre el tema,  hablan de que más del 65 % de los negocios en México tienen una influencia del narcotráfico; entre ellos el Edgardo Buscaglia, Director del Centro internacional de Desarrollo Leal y Económico en México. Dando trabajo a más de medio millón de personas en el país y en su proceso de producción, distribución y venta existe una división del trabajo, como cualquier empresa capitalista,  en donde se cuenta a sembradores, cosechadores, gatilleros, ´cocineros` (quienes producen las anfetaminas) y transportistas, entre otros.
            
Los ingresos por el narcotráfico (si tomamos como base la información de la ONG de Estados Unidos No Money  Laundering, superan a los ingresos convencionales que tenemos como nación; son superiores a los ingresos por turismo, al ingreso por remesas, a los ingresos por la balanza comercial, a los ingresos por la Inversión Extranjera Directa, y a los mismos ingresos petroleros.

Actualmente se han descubierto reservas de gas, de minerales radioactivos, minerales, de petróleo,  de agua, de aire, de biodiversidad, entre otros, que son fuentes  potenciales de inversión que dejarán altas tasas de ganancia, pero se encuentran en territorios ocupados por comunidades rurales o grupos indígenas; para activar al capital hay que desalojarlos y es mediante la Guerra contra las drogas que se viene implementando un marco de terror, violencia y miedo en determinadas regiones del país para lograr el desalojo de estas comunidades y  grupos sociales.

El objetivo es que abandonen estos territorios-espacios para que las empresas trasnacionales lleguen a explotar los recursos, que ahí se encuentran para su beneficio.

En el fondo, la lucha contra las drogas en nuestro país, se inserta en una estrategia económica global e integral para beneficiar a las empresas trasnacionales; para que estas se apropien de  mercados, de territorios de la nación;  para lo cual, mediante la violencia, el terror y el miedo desplazan a la gente de sus lugares donde existe alguna riqueza; desplazan a los capitalistas locales, desaparecer a las micro y pequeñas empresas del territorio nacional para beneficio de los grandes capitalistas, para apropiarse de recursos naturales de todo tipo en nuestro territorio.

“Pero además de un enorme negocio, el tráfico de drogas ilegales tiene otro significado: es utilizado como mecanismo de control de las sociedades. Es un dispositivo que permite una supervisión del colectivo por parte de la clase dominante. Se pasa a controlar a la sociedad en su conjunto, se la militariza, se tiene la excusa ideal para que el poder pueda mostrar los dientes. Una población asustada es mucho más manejable”.[3]
                                      
Quienes han salido más afectados de este conflicto han sido la población civil, que en muchos lugares han tenido que huir por el marco de violencia que existe, el sector comercial, las pequeñas empresas, los trabajadores, los pequeños y medianos inversionistas locales; dejando libre el mercado y el territorio para la instalación de los grandes capitales mediante las empresas trasnacionales.

El discurso oficial de las autoridades mexicanas tiene como propósito, mediante, la guerra contra las drogas en México, el detener el flujo de las drogas hacia el territorio norteamericano y generar un ambiente de paz propicio para generación inversión y empleos en nuestro país.

Lo cierto es que, la fecha no se ha reducido el flujo de drogas hacia los Estados Unidos de América, sino que se ha incrementado; esto por una sencilla razón, el gobierno norteamericano, hace nada para reducir el consumo de drogas en su país, porque les deja utilidades multimillonarias, directa e indirectamente, nunca han tomado un solo preso de alto nivel, como supuestamente se hace en territorio nacional, siguen siendo el principal y más grande mercado consumidor de estupefaciente a nivel planetario, se calcula que el mercado de las drogas en Estados Unidos es de un valor superior 500 mil millones de dólares, siendo un paraíso para el narcotráfico.

No se ha acabado con la violencia, esta ha crecido exponencialmente y el número de muertos sigue incrementándose, claro nuestro país pone los muertos.

Para sostener la hipótesis que la guerra contra las drogas tiene otro objetivo muy diferente al que nos platica la prensa oficial, es que la Inversión Extranjera Directa (IED) ha venido incrementándose en las industrias extractivas como la minería, en la construcción de campos eólicos y la manufactura.

La Guerra contra el narcotráfico abre un mercado para la realización de las armas que produce la industria militar norteamericana.

El Plan Mérida aporta recursos para la lucha contra el narco, pero las aportaciones que hace el gobierno norteamericano  las hace en especie, en tecnología: helicópteros, aviones, radares, camiones, armamento, logística, en tecnologías de monitoreo, rayos X, rayos gamma, perros adiestrados, refacciones, mantenimiento, adiestramiento de tropas del ejército mexicano y de las diferentes corporaciones policíacas, pero no en líquido, en efectivo se dan en especie, en armamento fundamentalmente, en suma en equipo de guerra llamado contrainsurgente; con lo cual aseguran un rico mercado para dar salida a parte del armamento que producen la industria militar norteamericana. Obviamente con las ganancias correspondientes que esto conlleva para el complejo militar-industrial norteamericano.

Los grupos de narcotraficantes nacionales adquieren su armamento de empresas fundamentalmente norteamericanas también y a los cuales les surten con armamento sofisticado. Vemos como la industria de las armas norteamericana abre mercados en territorio nacional con su oferta de armamento para las fuerzas armadas nacionales: ejército, policías federales, estatales, municipales y privadas por un lado y por el otro, a los carteles del narcotráfico; a todos arma la industria militar norteamericana en nuestro país y el pago es en recursos económicos, en drogas y en miles y miles de muertos que ponemos los mexicanos.

Llama la atención el que los grandes negocios, las grandes empresas, las transnacionales jamás han sido  tocadas por los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes y/o el ejército y si se hubiese dado, esto sólo ha sido incidental. 

Sabiendo los capitalistas internacionales que el territorio mexicano que es un cuerno de la abundancia porque hay de todo: petróleo, gas, minerales, aguas, ríos, océanos, biodiversidad, bosques, flora, fauna, especies endémicas, territorio, riqueza cultural, gente trabajadora y preparada; los capitales trasnacionales han elaborado, en conjunto con el Imperio, esta estrategia que tiene como fin abrir nuevos espacios para la valorización del capital trasnacional, fundamentalmente el proveniente de los Estados Unidos de América; el Imperio tiene el propósito  de apropiarse de todos estas riquezas para asegurar su ciclo económico para mantener su hegemonía a nivel planetario y poder enfrentar a los grandes bloques económicos como el de la Unión Europea,  el del Sudeste Asiático (ASEAN) y a las economías emergentes denominadas BRIC.


El papel de las fuerzas armadas mexicanas y la narco-violencia

En México la aparición de grupos armados dentro del narco se generalizó en la administración panista con el apoyo del gobierno norteamericano.

Los grupos paramilitares han proliferado en los lugares de conflicto y la mayoría tiene su origen de formación en el propio Ejército Mexicano, en la Policía Mexicana. El grupo paramilitar de los Zetas tienen su origen en los GAFES (Grupo Aeroespacial de Fuerzas Especiales de Seguridad). Los cuales fueron reclutados  por el Cartel del Golfo para cuidar el transporte de drogas a diferentes lugares, pero al darse cuenta de su poderío, incursionaron en el robo y el secuestro a diestra y siniestra. Los grupos contrarios contrataron personal que también tienen su origen en fuerzas armadas tanto nacionales como de otras naciones; el resto de los carteles, han contratado gente formada profesionalmente en fuerzas armadas de diversos orígenes como lo son de Israel, Estados Unidos, Guatemala, etc.

Los grupos de las drogas existentes en el país todos tienen su brazo armado: Los Zetas, La Línea, Los Templarios, Los Matazetas, El Cartel de Sinaloa, El Cártel del Golfo, etc. Todos son grupos armados con una logística de primer mundo y un poderío económico inconmensurable que han penetrado al propio Estado Mexicano en sus más altas esferas.

El ejército de los Estados Unidos de América adiestra a las fuerzas armadas mexicanas lo mismo que a las diferentes corporaciones policíacas del país; dotando de recursos en especie a la estrategia denominada Guerra contra las drogas.

El ejército mexicano y la policía han sido transformadas con las orientaciones de los Estados Unidos y hoy hasta los certifican.

La aparición de grupos paramilitares en diferentes partes de la geografía nacional nos habla de una estrategia común: incrementar la violencia, creando terror y miedo entre las comunidades y/o la sociedad civil de ciertas zonas de este país y si las analizamos, las zonas donde es más notoria la violencia encontraremos que son zonas ricas en algún recurso natural como lo son: gas, minerales, biodiversidad, flora, fauna, petróleo, agua, patrimonio cultural, etc. La guerra contra las drogas ha sido presentada, por los medios de comunicación oficial, como una amenaza para la inversión de capital en el país, pero es todo lo contrario ya que, mediante la violencia, el terror y el miedo se controla a los trabajadores y desplaza a comunidades enteras de los territorios que son del interés de las empresas trasnacionales disuadiéndoles de la creación de formas de organización como sindicatos, frentes, organizaciones civiles; formas organizativas que son consideradas una amenaza para la política económica y la estabilidad.

Esta política de Guerra contra las drogas lo que ha logrado es el desplazamiento, el desalojo de vastas zonas y territorios; es una ofensiva del Estado mexicano en contra de comunidades en donde los habitantes huyen, los negocios cierran, los pequeños inversionistas buscan otras zonas donde invertir ante tanta inseguridad. Ante la situación de violencia, terror y miedo que han generado las políticas anti drogas, los pobladores abandonan sus territorios, llenos de riquezas (aguas, minerales, biodiversidad, gas, petróleo, luz solar, bosques, selvas, entre otros) para que las grandes empresas trasnacionales, en la mayoría de los casos asociadas con  empresas nacionales, se introduzcan en esos territorios para explotar esas riquezas de los nativos de esos territorios.

“Por su parte, el imperialismo estadounidense viene aplicando en forma sostenida un supuesto combate al negocio de las drogas ilícitas, cuyo objetivo real es permitir a Estados Unidos intervenir donde lo desee, tenga intereses, o los mismos se vean afectados. Terminar con el consumo está absolutamente fuera de sus propósitos. Donde hay recursos que necesita explotar –petróleo, gas, minerales estratégicos, agua dulce, etc. y/o focos de resistencia popular, ahí aparece el “demonio” del narcotráfico. Ello es una política consustancial a sus planes de control global”.[4]

Esto abre el espacio para que las empresas trasnacionales y los grandes inversionistas accedan a los sectores de la economía que anteriormente eran controlados por capitales locales y que se vayan apropiando de vastas áreas de territorios para su explotación, de nuevos  mercados para vender sus productos.

La Guerra contra las drogas tiene otros objetivos que no plantea el discurso oficial y son: el control social y dominio político de la sociedad mexicana; la búsqueda de nuevos espacios para la valorización del capital, apropiación de nuevos territorios y mercados a costa del desplazamiento, mediante la violencia, el miedo y el terror que se ha implementado con esta guerra, de comunidades enteras de su lugar de origen y en el caso específico de nuestro país, es la apropiación de la nación.

Otra arista, propósito del Imperio en contubernio con la oligarquía nacional, los políticos mexicanos, los partidos políticos y las mafias, es la criminalización de la protesta social.

Los hechos demuestran que el propósito del Estado mexicano respecto a las drogas es, más que destruir o aniquilar a los cárteles de las drogas, porque tiene todo para hacerlo, es acotarlo, administrarlo. Incluso hoy en día los militares realizan funciones de policías, contraviniendo todo Estado de Derecho.

A quienes conviene la guerra contra el narcotráfico es, en primer lugar, al Imperio porque ellos cuentan con el mayor mercado de drogas en el planeta; nos venden armamento, tecnologías, adiestran a las fuerzas armadas nacionales y lavan cuantiosas cantidades de dinero proveniente del negocio de las drogas; a la oligarquía nacional, a los partidos políticos, a la clase política y a las mafias nacionales porque así aseguran su renta económica y política, sea, su cuota de poder, mediante el sometimiento de la mayoría de los mexicanos y la entrega de los recursos naturales y la energía.

La guerra contra las drogas está al servicio de la acumulación del gran capital e implica la militarización en todas las actividades de los mexicanos; es una guerra sucia impuesta a nuestra nación por y para saciar  los intereses del Imperio con la venia y complacencia del Estado mexicano, la oligarquía nacional y la clase política mexicana.

La paz se construye con las armas del saber, del conocimiento; la producción y distribución  equitativa de la riqueza; con democracia, con respeto, con solidaridad, con inclusión. La paz la construimos todos.

Tomar consciencia de nuestra realidad es fundamental para rebelarnos e imponer la nación a la que aspiramos como mexicanos.  Esto implica organizarnos y prepararnos, tanto en ideológico como en lo orgánico, para revertir esta cruda realidad a favor de la nación mexicana.


Unidad Democrática Nacional (UDENA)

5º Encuentro de Socialista y Comunistas de México
Ciudad de México, 19 y 20 de Julio de 2014




[1] Paley Dawn. Drug War Capitalism. Publicada en Upside Down World en español y por la Agencia SubVersiones en México, D. F. por ALAI, desde Quito, Ecuador http://dawnpaley.ca/2012/08/20/el-capitalismo-narco/ Fecha de consulta: Enero 2014. 1 p.  
[2]PaleyDawn. Op. Cit. 1 p.

[3] López y Rivas, Gilberto. Estudiando la contrainsurgencia de los Estados Unidos: manuales, mentalidades y uso de la antropología. Ed. Semilla Rubí, Comunicación Gráfica. www.semillarubi.com Segunda Edición ampliada WEB.pdf-Adobe Reader. México, 2012. 80 p.

[4] López y Rivas, Gilberto. Estudiando la contrainsurgencia de los Estados Unidos: manuales, mentalidades y uso de la antropología. Segunda Edición ampliada WEB.pdf-Adobe Reader. México, 2012. 80 p.

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